Cuerpo y Mente
Aunque
es difícil convertir en números los factores mentales,
no cabe duda que estos contribuyen a una longevidad sana.
Por ejemplo,
un estudio realizado durante trece años con 2.761 ancianos en
el estado de Connecticut mostro que actividades sociales y productivas
reducían los índices de mortalidad tanto como la actividad
física.
Esto sucedía
incluso teniendo en consideración la existencia de enfermedades,
la existencia de parámetros como obesidad, diferentes estados
maritales y diferentes niveles de riqueza de las personas mayores que
participaron en el estudio.
Y de la
misma manera que la actividad mental parece mejorar la salud física,
los buenos factores físicos de riesgo protegen la mente.
Otro ejemplo,
un estudio con 9.704 mujeres ancianas, mostro que el no tener diabetes
ni hipertensión, ni fumar ni beber en exceso, predecía
la preservación de las funciones mentales óptimas.
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