Los médicos deberían preguntar no solo donde duele sino
por que duele.
Junio
2015 | Boletin
Mensual de Salud
Los
profesionales de la salud, con frecuencia hacen la siguiente pregunta:
"¿Dónde le duele?".
Los pacientes
apuntan a sus cuerpos para mostrar algo y describir el problema.
Armados
con la información que han compartido con el paciente, el examen
del paciente, y a veces con escáner y pruebas, los médicos
forman un diagnóstico, están formados para encontrar el
dolor y tratarlo.
Muchas veces este enfoque funciona. Aunque no siempre. Empiezan en el
sitio del dolor, pero hay momentos en que en ese lugar no está
la verdadera causa de su dolor.
Durante años, la ciencia clínica ha vinculado la salud
mental a problemas físicos. La adicción al alcohol puede
causar cirrosis del hígado; la obesidad puede ser una manifestación
de depresión crónica en lugar de simplemente el resultado
de la elección de alimentos no adecuados. El dolor de espalda
puede ser musculoesquelético o puede ser el resultado de la ansiedad
y el estrés se manifiestan en el dolor físico.
La ciencia es clara: Es hora de reintegrar la salud mental con el resto
de la atención sanitaria. Un estudio reciente mostró que
diagnósticos erróneos podrían afectar a más
del 4% de la población. Sin duda, algunos de esos errores de
diagnóstico son una enfermedad mental sin diagnosticar, lo cual
puede significar que pacientes y médicos persiguen tratamientos
que pueden exacerbar el problema y los síntomas físicos.
En lugar de detenerse en preguntar donde duele, los médicos deberían
de preguntar a un paciente por que duele.
Eso significa unirse con los pacientes en la consideración de
preguntas difíciles, tales como: "¿Se siente seguro
en su casa?" "¿A quién llama cuando ha tenido
un mal día?"
Sin el cerebro, nuestros cuerpos no son más que carne y hueso.
Es lógico y está siendo demostrado, que sin tratar la
mente no se puede tratar por completo el cuerpo. Es hora de cambiar
hábitos de práctica para que el sistema médico
vuelva a conectar el cerebro y el cuerpo.
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