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¿Es posible que un análisis de sangre pueda diagnosticar un trastorno mental?

La frontera en el tratamiento de las enfermedades mentales.

Marzo 2015 | Boletin Mensual de Salud

En la lucha por el futuro de la psiquiatría, los investigadores están buscando en la profundidad del cerebro para entender la enfermedad mental y encontrar nuevas herramientas terapéuticas.

¿Qué es un biomarcador? ¿Es posible que un análisis de sangre ayude a diagnosticar los trastornos mentales?

Los biomarcadores se han utilizado en el mundo de la medicina desde hace años. Los científicos saben desde hace tiempo que la parte más frontal del cerebro e la sede de la cognición superior. Pero solo en los últimos años han sido capaces de enlazar ciertos trastornos mentales con circuitos específicos del cerebro, las conexiones entre las neuronas que son responsables de cada uno de nuestros pensamientos, emociones y acciones.

Las incursiones de la neurociencia han animado a un pequeño pero creciente número de médicos e investigadores a rechazar los protocolos de diagnóstico en el que profesionales de la salud mental han confiado durante años - la catalogación de síntomas tales como tristeza, fatiga, pérdida de apetito - y en lugar de ello centrarse en la búsqueda de indicios biológicos asociados con estos síntomas en un análisis de sangre, una imagen del cerebro o una muestra de saliva.

Estos son los biomarcadores, las medidas concretas de la enfermedad mental, que muchos piensan moverá la profesión de la salud mental en el siglo 21.

Algunas de las herramientas que se utilizan en la búsqueda ya están produciendo resultados prácticos, como el envío de un hisopo de la mejilla de un paciente para un análisis de ADN con el objetivo de determinar que medicamentos psicotrópicos serán más eficaces y mejor tolerados.

Esta nueva, aunque controvertida, aproximación a la enfermedad mental, recibió un impulso en el 2013, cuando el director del Instituto Nacional de Salud Mental anunció que el gobierno de los EE.UU., el mayor financiador de la investigación en salud mental en el mundo, cambiaría drásticamente sus prioridades.

Investigación basada únicamente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la
herramienta principal de los profesionales de la salud mental, ya no se financia.
La razón, Thomas Insel, dijo, era "su falta de validez."

Publicado por primera vez en 1952, el manual ha cambiado con los años. Todavía su categorización de las enfermedades mentales se basa casi exclusivamente en síntomas ya sean referido por el paciente u observados por el médico.

Los nuevos fondos, dijo Insel, se basan en la premisa de que "los trastornos mentales son trastornos biológicos que involucran circuitos cerebrales".

Investigación en el diagnóstico y tratamientos como la terapia de conversación serían relegados para el último peldaño de la escalera de investigación.

"Hay dos campos: el muy biológicamente orientado y el orientado al paciente ", indica Moira Rynn, directora de
psiquiatría del niño y del adolescente en el Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York.

Rynn, que es a la vez una médico e investigadora, se situa en medio de este tira y afloja.

Opina que "vamos a perder una generación de investigadores" que piensan que la identificación de las influencias del medio ambiente, las relaciones de un paciente y el acceso a la asistencia es tan importante como la búsqueda de los marcadores biológicos de la enfermedad.

Otros escépticos del enfoque de Insel dicen que es imposible entender la enfermedad mental tratando únicamente de entender el cerebro.

Desde la época de los antiguos griegos, los profesionales de la medicina han buscado biomarcadores para enfermedades físicas.

Hipócrates se llevaba a la boca la orina de los pacientes para probar el dulzor (se cree que fue el primero en diagnosticar la diabetes mellitus), olía el aliento de los pacientes para detectar signos de enfermedades renales y hepáticas, y evaluaba la pegajosidad del sudor del paciente.

Para diagnosticar un ataque al corazón hoy en día se miden las enzimas en el torrente sanguíneo.

"El tratamiento del cáncer no trata los síntomas del cáncer. El paciente no quiere que le baje la hinchazón o que el dolor le desaparezca; el paciente quiere deshacerse del cáncer ", indica Kenneth Kaitin, director del Centro de la Universidad de Tufts para el Estudio del Desarrollo de Medicamentos.

"Pero eso es lo que estamos haciendo en psiquiatría," el tratamiento de la síntomas de los trastornos mentales - la tristeza o la inquietud o las alucinaciones - no es lo que causa una enfermedad psiquíatrica.

Lo que se sabe es que el cerebro se ve diferente en aquellos que luchan con enfermedades mentales. Esto no
significa necesariamente que todos los trastornos mentales se originen en el cerebro, el trastorno de estrés post-traumático, por ejemplo, se produce debido a las experiencias emocionalmente , pero esas experiencias
cambian el cerebro y la respuesta del cerebro al medio ambiente.

Casi todos los días, los investigadores informan de hallazgos sobre asociaciones genéticas o celulares con enfermedades mentales. Pero a pesar de años de busqueda, nadie ha identificado una sola causa biológica
para cualquier enfermedad mental, nadie ha demostrado que un desequilibrio químico en el
cerebro está en la raíz de cualquier trastorno mental y nadie ha mostrado medicamento alguno que positivamente corrige dicho desequilibrio químico.

"Ha habido una intensa búsqueda de biomarcadores en los últimos 40 años, y al dia de hoy hemos llegado con las manos vacías ", indica el psiquiatra Allen Frances, profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. "Ha sido sobrevendido. La década del cerebro no encontró nada. Se debe aprender a ser más humilde ".

Los principales medicamentos para la depresión - inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o (ISRS)- están diseñados para aliviar los síntomas al aumentar la serotonina, uno de los químicos productores de placer del cerebro.

Pero no se sabe si corrigen el desequilibrio, porque no hay manera de medir directamente los niveles neuroquímicos de una persona.

Los expertos también no pueden explicar por que los antidepresivos funcionan solo el 40 por ciento de las veces o por que, cuando lo hacen, se tarda semanas para la mayoría de los pacientes en sentir los efectos, sin embargo los niveles se elevan casi inmediatamente.

La principal queja sobre los medicamentos psiquiátricos de hoy en día es la misma que indican aquellos frustrados por la falta de progreso en Alzheimer: Dichos medicamentos no tratan la enfermedad, solo los síntomas, y
que ni siquiera lo hacen muy bien.

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