¿Es bueno mascar chicle?
Febrero
2013 | Boletin
Mensual de Salud
Echemos
un vistazo a los pros y contras.
Mascar
chicle ni ayuda a la digestión, ni evita el hambre, pero podría
agudizar su función cognitiva.
Los humanos
hemos estado mascando chicle desde los tiempos en que los antiguos griegos
pelaban cortezas del arbusto llamado lentisco, entina o mata charneca
(Pistacia lentiscus) y las usaban para edulcorar el aliento.
Hoy en
día, el pegajoso material es consumido por muchas más
razones , para intentar quitar las ganas de comer, suministrar nicotina
o simplemente proporcionar entretenimiento. Pero ¿es realmente
bueno mascar chicle?
Recogemos las opiniones del doctor J. Sumner Bell de la Asociación
Americana de Gastroenterología.
El cerebro
y el chicle
En el momento
en que una persona desenvuelve un trozo de goma de mascar y lo arroja
en la boca, el cerebro queda alertado de que el proceso digestivo está
a punto de comenzar.
Durante
lo que se llama la fase cefálica, el cuerpo anticipa que alimentos
van a llegar y libera saliva para ayudar a masticar la sustancia, luego
le siguen fluidos gástricos, pancreáticos y biliares para
descomponer dichos alimentos más abajo. Debido a que nunca se
le entrega al organismo sustancia real alguna, algunos argumentan que
el chicle puede engañar al sistema, alterando el estómago
al crear acidez innecesaria.
El Dr.
Bell indica que "las glándulas salivales producen un líquido
rico en bicarbonato, que probablemente sea un almacenador de ácido
gástrico, por lo cual la distensión, gas y malestar ocasionalmente
reportados después de mascar chicle durante todo el día
es más probable que sean por entrada de aire que por ácido".
El Dr.
Bell dice que tiene pacientes que mastican goma de mascar para ayudar
a calmar el reflujo ácido, aunque generalmente no lo recomienda.
"Si el chicle es con sabor a menta, puede relajar el esfínter
esofágico, lo cual puede promover el reflujo".
Azúcar
vs Sorbitol en el chicle
Los médicos
aconsejan a menudo a sus pacientes evitar chicles azucarados, porque
pueden provocar caries.
Pero también, la goma de mascar sin azúcar tiene inconvenientes,
dice el doctor Bell. El sorbitol, que se suele utilizar como sustituto
del azucar para dar dulzura al chicle es un carbohidrato no absorbible
que en grandes dosis puede provocar problemas gastrointestinales.
El hambre
y el chicle
No hay
estudios que hayan demostrado con éxito que el chicle pueda evitar
el hambre y conducir a la pérdida de peso, a pesar de varios
reclamos sobre ello de la industria del chicle . En algunas personas,
la sensación percibida de saciedad asociada a mascar chicle puede
mantenerles sin hambre hasta la hora de la comida. Pero debido a que
el chicle hace saltar el inicio del proceso digestivo, en realidad puede
aumentar las ganas de comer.
Al igual
que el ver, oler o degustar comida, la goma de mascar puede estimular
la secreción de jugos salivales y gástricos y puede aumentar
las ganas de comer ya que anuncia la llegada de comida.
El dolor
y el chicle
Personas
con problemas leves de la mandíbula se quejan a menudo de que
un delicioso chicle exacerba el clic y el malestar del trastorno de
la articulación temporomandibular (ATM) incluso cuando este es
leve.
Nuevos estudios han relacionado el mascado de cualquier tipo de chicle
con cefaleas migrañosas o neuralgia migrañosa en adolescentes.
El chicle
y la función cognitiva
Los investigadores,
sin embargo, han encontrado un beneficio en el chicle: estudios recientes
han demostrado que mascar chicle durante una tarea puede aumentar la
función cognitiva. "Cuando juego al golf, encuentro que
el chicle me ayuda a concentrarme y jugar un poco mejor", dice
el doctor Bell.
Para quienes
realmente quieren masticar, el doctor Bell recomienda utilizar el chicle
sin azúcar después de una comida. La saliva que el chicle
ayuda a producir limpia los dientes, y el sabor a menta o afrutado endulza
el aliento . Pero no hará mucho para avanzar en la digestión.
"No hay indicios que yo sepa que demuestren que la goma de mascar
ayuda el proceso digestivo", indica el doctor Bell.
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